domingo, 30 de diciembre de 2012

Evanescencia



La de un periplo acabado,
preso por nuestras vivencias,
selladas con la impronta de las experiencias.

No quise ser y fuí,
anduve perdido por el campo yermo del aburrimiento
y me solazé bastante con cantinelas de poca monta,
que escupen al tiempo caudales de escaso brillo.

Un año más para el inventario,
de aciertos y desaciertos,
con los que sentirme azarosamente inquieto.

Inquieto por un destino que aún persigo,
sin percibir que los años dan solo de sí en un sentido,
mientras que en el inverso ves cómo transcurre tranquilo
sin dar más señas de estar perdido.

Luces y sombras, juntas o dispersas,
se entremezclan en mis ensueños,
se dan de bruces en parajes ribereños
a los que suelo acudir en pos del sueño
que me reclama ya en cualquier instante,
como el noble corcel a su jinete amante.

Te vas y vuelves de nuevo triunfante
para quemar mis días y meses restantes,
aunque pienso que ésta vez no lograrás tu maligno propósito,
de evanescer mi ilusión perpétua: vivir para ver y sentir,
todo lo que aún reste de porvenir.



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