lunes, 28 de marzo de 2011

Anónimos

Se cruzan cada día en tu camino,
altos y esqueléticos,
bajitos y rechonchos,
de camino a la oficina.

De buena mañana
aferrados a la barra del metro,
o esperando pacientes al bus
que se eterniza en la parada.

Los miras y te miran,
entre resignados y acobardados,
temiendo lo peor en el sinfín de la vida incierta.

Sientes que, como a tí,
las noticias del desayuno,
nos han intoxicado hasta el paroxismo,
y que quedan pocos remedios
para seguir subsistiendo.

Que la gasolina sube,
pues nos dejamos el coche en casa,
que la hipoteca aprieta,
pues nos recluimos, sin pataletas,
asumiendo que fuimos ingénuos,
creyéndonos amos de una propiedad impuesta,
la que nos acabará encerrando, tras una puerta.

A cambio claudicarán tus sueños,
rendirás pleitesía hasta en los infiernos,
verás cómo lo tuyo no vale nada,
si no trasciendes de lo anónimo a lo ilustre, a lo sempiterno.

Sigámos viéndonos, cada mañana,
comulguemos todos los días con una sonrisa sana,
y lejos de confesiones banas,
sumémonos al mejor criterio
de romper las cadenas del cautiverio
al que nos sometió un día la banca y su vituperio.

sábado, 26 de marzo de 2011

Angelines

Nada me molesta mas que una visita inesperada
mas aún si es impertinente,
si llega en el momento mas inoportuno e infrecuente,
cuando todavía no has terminado de hacer la colada.

Si la esperas y piensas que no va a resultar grata,
puedes esconderte detrás de la mirilla,
hacer oidos sordos y soportar impertérrito la campanilla,
hasta que se canse de dar la lata.

La de ayer además de impertinente e inoportuna,
venía con la mayor de las fijezas.
Sabía que estábamos dentro,
y no quiso esperar por un momento,
a que recogiéramos todo lo que andaba revuelto.

No nos dio tiempo a poner en orden,
lo que dejamos siempre para el mañana,
las muestras de cariño, las alabanzas, todo sin desgana,
procurándonos una vida mas sana,
que renueve la esperanza en nuestro humano dolmen,
tan impenetrable y granítico a veces,
que hace imposible ablandar los flejes
que mantienen los latidos mas constantes.

Y su corazón no quiso latir mas,
cansado de tanta fatiga,
asintió a marcharse sin hacer ningún ruido,
de la mano de aquella visita impaciente,
hacia un lugar similar a aquél por el que vino...

Hace ya mas de ochenta años...
con la ilusión que, en nuestro primer dia,
traemos los seres vivos.

Te llevas los gestos, tu lengua entretenida,
los ojillos vivarachos y la razón mas comprensiva.
Nos dejas tus virtudes sembradas en tus hijos,
el cariño que mostrarte por los tuyos
y unas tan dulces rosquillas
que desde ahora tendrán, para mí,
el sabor amargo de un recuerdo que aún me maravilla.

jueves, 24 de marzo de 2011

Sueños

Todavía me mueve el influjo de los sueños
por eso, solo por eso, me pongo ahora a escribirlo,
no vaya a ser que la aplastante inercia de las horas transcurridas
diluyan de una vez y para siempre, todo su encanto.

Como tantas veces,
casi por absoluta mayoría,
me erigia en protagonista.

El recuerdo comienza a solidificarse
en medio de una marabunta, no de hormigas, sino de hombres.
Personas sin rostro, aunque fundamentalmente jovenes,
vivos atletas, inquietos, gentes como dispuestas a todo,
calladas, vestidas de manera informar, situadas en filas enormes.

Todas incian la marcha en un momento dado,
y yo entre ellas, participando, con gente a mi lado.
Noto una presión constante, sin padecerla realmente,
me empujan, sin empujarme,
avanzando sin detenerme,
empiezo a recorrer paisajes raros que me sorprenden.

Jamás vi cosa igual,
son de una belleza imponente.

Verdes provocadores,
vistas en perspectiva aérea de filas inacabadas
de seres que no paran de andar felices,
entre los que me encuentro satisfecho.

Por sendas muy perfiladas incluso,
con el riesgo de acabar deshecho,
voy de puntillas saltando
y a todos lados mirando,
para no perder de vista el entorno,
tan bello, con profusión de piorno.

Así, hasta llegar a una ciudad sorprendida
sumida en una luz sepia, como adormecida,
donde sus habitantes se esconden ante tal crecida,
de gentes que continúan marchando,
ajenas a cualquier movida.

Soportales en una plaza vieja,
utensilios variados que desfilan ante mi vista
y que significan tan solo trastos,
en disposición de revista.

Ahora, ya despierto,
navego y barrunto entre tal desconcierto,
si mis acompañantes significan algo,
si el mensaje cifrado del sueño,
acabará aportando a su dueño,
algo más de lo que refleja el simple discurrir del ensueño.

Puestos a fantasear,
me siento feliz acompañando a la gente,
me gusta mucho viajar disfrutando del paisaje imponente,
disipando las dudas de si sabré acomodarme algún día al sillón
o si, por el contrario,
continuaré vagando siempre, como un mortal impenitente.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Carpe Diem

Algunos vocablos latinos cobran actualidad,
Se diría que todo ha sido ya inventado,
cuando se necesitan recursos estéticos
para diseñar sugestivas fórmulas.

Aprovecha el momento,
no dejes para mañana lo que hoy te seduce,
equivale a escuchar al malvado Satán
proponiéndote desoir a la virtuosa Prudencia.

Cuando Roma alcanzó su plenitud,
Horacio regaló este término a los romanos,
con el que relegar la autoimpuesta esclavitud
disfrutando intensamente de los dones humanos.

En momentos de desesperación, cuando no se ve futuro,
hay que hallar el subterfugio que motive a tu ego,
Os lo agradecerá, seguro.

¿Para qué seguir en la brega?
¿Para qué aplazar el goce de la desencajada impaciencia,
que se colma cuando el disfrute llega?

Jóvenes, como zombis desnortados, abusando de sucedáneos.
Enganchados a simples fulgores de corto recorrido.
No olvideis nunca que a la vida hay que darle todo el sentido,
Si además de disfrutar de ella
ganais valores para encontrar estímulos,
continuar viviéndola,
intensamente y cada día.

Antes de que el muermo nos hunda
y acabemos todos, vagando perdidos,
por sendas que solo conducen a la sima mas profunda

Primavera

El día se llena de júbilo
a pesar de negros nubarrones
acechando en el horizonte.

La primavera ha llegado por fin, una vez mas,
desafiando rigores y excesos,
llenando de vida nueva cada rincón de nuestro mundo yermo.

Quisiera instalar mi propia vida en ella,
que siempre fuera primavera en mi interior,
que nunca feneciera.

Sé que llegarán enseguida los rigores del verano,
se marchitarán las flores,
dejarán de libar los aprovechados insectos de mil colores.

Volverán, porque tienen que volver, los rigores,
perturbando mi alegría pasajera,
acrecentandome el peso de mi experiencia postrera.

Pero ésta, la de ahora, quiero que sea diferente,
más vívida, más contumaz, más persistente,
y que me haga disfrutar entre la gente
aunque muchos asaz y como siempre,
se muestren con ella de forma irreverente.