martes, 30 de agosto de 2011

Paseando en Picadas

Nada mas atravesar el umbral de aquél grandioso recinto,
nos sentimos observados en silencio o, a veces,
inmersos en un suave murmullo,
pero sin vaticinar ningún perjuicio.

Había vigilantes impertérritos, erguidos sobre sus pies,
contrahechos algunos, encaramados otros a sitios inverosímiles,
sabiéndose así condenados a seguir de por vida,
soportando aguaceros, hielos, soles justicieros.

Allí no existía el mal xenófobo,
negros, blancos, amarillos... convivían sin escándalo,
sin el barullo de las culturas enfrentadas tan a menudo y sin motivo.

Los distintos colores también estaban en sintonía,
no desentonaban los fuertes contrastes sin atonía
porque demostraban todo el vigor de la lozanía,
de quienes aún sin tenerla,
viven sin el más minimo miedo a desposeerla
merced a cualquier caprichoso rayo que la truncara.

Avanzamos sin mirar atrás,
sólo nos interesaba el futuro de lo por venir,
que siempre resulta mucho más atrayente
que la pobre melancolía de lo subyacente
que no volverá jamás,
si no nos empeñamos en hacerla siempre presente.

A nuestra izquierda primero,
a la derecha después,
nos acompañó siempre la suave corriente.
Esa que solo se altera cuando la inclinan
o la derivan por derroteros de fuerte pendiente.

Parecía dispuesta a no desentonar con el ambiente.

Un, en ocasiones, erizado verde oscuro,
simulando cristales de espejo,
si te esfuerzas en mirarlo frunciendo el entrecejo,
es su parte visible,
aunque en su interior tesoros guarde tan grandes
como en tu mente imagines,
porque es solo tu mente,
causante del mejor de tus sueños
con el que seguir andando por este camino de ensueño.

Las sombras, junto a las luces, juegan un papel importante.
Te refugias del sol uniéndote a ellas
y eso te ayuda a sosegar la mirada reconociendo aquel lugar encantado
en el que te sientes,
no sé por qué, observado.

Tuerces allí una esquina,
y te encuentras con un agujero tremendo que
alguien horadó apresuradamente en la colina.

Supe después que tenía que pasar un tren
de conveniencias ladinas,
vamos, para convencer al personal de su utilidad
cuando solo era útil a algunos
espabilados y seguro que lechuguinos.

Menos mal que sirve al menos para refugio
de soleados o infernales dias,
en que la lluvia o los rayos del sol  mudan sus satrapías.

Poco vestigio animal
se asoma en este lugar, hoy día,
en que cualquiera es capaz de una bellaquería.
Sólo los barbos se atraven a hacerse notar
saltando de cuando en cuando,
si no es que aparece por alli cualquier pescador
o escandalosos bañistas aullando.

Enfin, termino mi recorrido de ida
en el entorno fatídico de la depuradora,
que debe vertir sus aguas inmundas y el fango
para que se diluyan en el remanso
que forma la cola de aquel pantano.

No he querido ver las latas vacías
ni la basura esparcida por los alrededores
que demuestran el escaso sentir de sus espaciados moradores,
que acaso no piensan volver nunca a esas posiciones.

sábado, 13 de agosto de 2011

En busca de premisas

Aventuran cambio de ciclo
quienes pronostican a futuro,
basados en manidas premisas vencidas,
aunque estas, sin solución, sean quizás las perdidas.

Nació la industria,
muchos murieron en ella sin verla crecer
mientras otros pocos lograron enriquecer.

Llamaron progreso al tener lavadora
y efectivamente dejaron de usarse los puños,
para estrujarlos contra la roña acaparadora.

También de la mano de Ford
apareció el grandioso confort
de viajar por un mundo increible y sin fin,
acomodado en tu propia berlina
propulsado por miles de litros de gasolina
que vierten sus gases al aire, por todo el confín,
impregnándolo de malos humos y toxina.

Si, un progreso a veces disparatado,
acrecentado de mala manera,
que nos impide pensar en lo desaconsejado,
usado sobremanera.

A tal punto hemos llegado
que jóvenes con estudios no medran,
si no es para beneficiar aún más
a quienes el poder ostentan.

Se imponen ideas nuevas,
dispuestas a convencer
de que es preciso renacer
a las otras expectativas,
convincentes y positivas,
que hagan del hombre un ser
sin ser imprescindible tener.

Como entonces,
tendré tiempo para leer,
jugar con mi hijo y verle crecer,
apoyar a las generaciones futuras
para endilgar sus proyectos,
sin retroceso, sin paliativos,
hacia nuevos sustantivos
que no tengan por fin el contante
sino el actuante.





miércoles, 3 de agosto de 2011

Cielo de Agosto

Grises y azules que me recuerdan otros veranos,
bellos ribetes blancos, amarillos que sobresalen
entre nubes cargadas de agua,
vaticinio de tormenta que se logrará o no,
dependiendo quizás de la carga eléctrica,
que amaga con romper los tímpanos
de pusilánimes oidos de vidas inquietas.

Mi perro se asusta, presagiando la tormenta.
Olor a tierra mojada allá,
donde una cortina corrida dibuja el telón de agua
que da paso a la escena siguiente,
si quiere un sol reluciente,
inmiscuirse de lleno en ella,
dibujando con colores fluorescentes.

No sé qué está pasando,
pero desde luego pasa,
y yo, casi sin darme cuenta de lo que pasa.

Los días, los años, corren más raudos ahora
y me es imposible detenerlos
para que las sensaciones que antes perdí,
con juvenil y alevosa alegría,
vuelvan para ser consumidas con fruición, cada día.

No me importaría la perdida si soy capaz
de reconquistar el gusto por la vida más sagaz,
disfrutando de cada momento del día
cualquiera que fuese su discurrir, y en sintonía.

Periódicos

Los conozco desde siempre,
mi padre me los mostró desde bien pequeño.
Acudía todos los días al quiosco donde,
me sorprendió, le llamaban por su nombre.

Un hombrecillo, usando una familiaridad cercana,
le ofrecía a cambio de pocas monedas,
un librillo repleto de palabras y algunas imágenes.
Todo en blanco y negro.

Sobresalían siempre en primera página y en todos ellos,
cualquiera que fuese la marca perenne en su encabezamiento,
la noticia impactante del día, que no siempre coincidía en todos.
En letras gruesas y  sugestivas.

El me explicó que intentaban llamar la atención del mundo,
polarizado entonces, como hoy, en cuestiones de interés social y político
que debían de ser manejadas conforme al rigor de los cánones
pero con la tendencia partidista de su inclinación,
porque todos inclinaban su editorial al calor de sus benefactores
azules o rojos, aunque alguno se declarase Imparcial.

El lo recogía y lo doblaba con esmero, tras un primer vistazo,
poniéndolo bajo su brazo, cerca de la axila,
para devorarlo con fruición, una vez sentado en el sillón de casa.

Mi padre, como la mayoría de entonces, no había podido estudiar.
Las obligaciones familiares le echaron de casa en edad temprana,
por lo que tuvo que recurrir a los métodos autodidácticos en uso,
entre ellos: la Prensa.

El periódico cubrió con creces un objetivo primordial,
abrir a los iniciados en la lectura la posibilidad de discernimiento.
Existía debate y se fomentaba para que la calle rumiara su punto de vista
frente a un café, en los casinos de pueblo o en la tertulia de la plaza.

Asiduo al diario MADRID porque le parecía el más objetivo,
sufrimos todos en casa al saber de su desaparición,
por causas económicas decían,
aunque estas nunca quedaron claras.

Con  dos ediciones diarias, la vespertina tenía más enjundia
que la matinal ya que las noticias tenían que tomarse su tiempo,
hasta ser impresas, porque los medios para su difusión
no eran tan sofisticados ni había otros que les hicieran sombra.
La televisíón no se empezó a manifestar en España hasta 1956
y la Radio, al servicio del Régimen y su Diario Hablado,
solo convocaba a las familias para seriales y novelas radiofónicas.

Había pugna por publicar lo último y hasta de vez en cuando
aparecían ediciones especiales y se daba énfasis a lo cultural sobre lo social,
sin descartar como es lógico los anuncios, en solo una tinta,
y sin apenas mensajes subliminales.

Conseguían adhesiones inquebrantables que, de alguna manera,
marcaban al lector a simple vista, solo con ver qué periódico
llevaba en sus manos.

Este breve paseo por la historia más reciente del periodismo gráfico
nos conduce a nuestros días en que las noticias corren
a la velocidad de segundos; fotos a todo color
enviadas desde cualquier parte del mundo donde no hay días ni noches,
ni tan siquiera profesionales al frente porque basta un teléfono móvil,
en manos de un improvisado testigo, para dejar constancia de un hecho.

Quizás este desarrollo tan enorme haya influido también en sus fines.
El ser humano, ávido de noticias, se desayuna ya con ellas pero se siente más frágil
al ver cómo se ha corrompido el poder de quienes las manejan,
capaces de contagiar en el a cualquier agente vulnerable.
Murdoch, el indecente magnate mediático, ha destapado la Caja de Pandora
con sus ensueños de poder fáctico; ha conseguido ponernos en guardia
ante la noticia, para considerarla conseguida con fraude, alienante o
cuando menos, incapaz de movilizar como entonces los sentimientos.
También los periodístas deberán revisar su deontología, como abogados y economistas para ver si es acorde con lo que se espera de ellos
o si por el contrario es obstáculo para su deleznable progreso.

martes, 2 de agosto de 2011

Gotas de lluvia

Corre el agua buscando profundidad.
En su carrera arrastra materia frágil a la que no puede hacer frente
y se abandona a su suerte.

Las nubes descargan su agua,
a veces rápida y copiosa,
a veces lenta e insidiosa.

Al poco se empapa el ambiente,
se llena de frescor
y la hierba se yergue agradecida
mientras las flores aguantan como pueden
el brío que tenían.

Para mi es siempre bienvenida aunque, en ocasiones,
rebase sin pudor los cauces que la mantenían.

Tan diferente su escasez...
de tierras moribundas que esperan sedientas,
abriendo sus entrañas,
esperando penetren sin obstáculo,
por su cuerpo
gotas de rocío al menos
o de cualquiera que emane un cuerpo sudoroso.

Yo me quedo con su aspecto mas incómodo,
el de las gotas sobre tu cabeza,
la ropa mojada que te cala hasta los huesos,
ese frescor improvisado que en verano busca refugio
o el frío húmedo al que cierras puertas y ventanas
para que no cercene el calor de tu alma.

Si faltara,
quizás sucumbiría a la sed desesperante,
al miedo por vagar por el camino, errante,
sin saber sobrevivir, sin el elemento para mi mas importante.