martes, 2 de agosto de 2011

Gotas de lluvia

Corre el agua buscando profundidad.
En su carrera arrastra materia frágil a la que no puede hacer frente
y se abandona a su suerte.

Las nubes descargan su agua,
a veces rápida y copiosa,
a veces lenta e insidiosa.

Al poco se empapa el ambiente,
se llena de frescor
y la hierba se yergue agradecida
mientras las flores aguantan como pueden
el brío que tenían.

Para mi es siempre bienvenida aunque, en ocasiones,
rebase sin pudor los cauces que la mantenían.

Tan diferente su escasez...
de tierras moribundas que esperan sedientas,
abriendo sus entrañas,
esperando penetren sin obstáculo,
por su cuerpo
gotas de rocío al menos
o de cualquiera que emane un cuerpo sudoroso.

Yo me quedo con su aspecto mas incómodo,
el de las gotas sobre tu cabeza,
la ropa mojada que te cala hasta los huesos,
ese frescor improvisado que en verano busca refugio
o el frío húmedo al que cierras puertas y ventanas
para que no cercene el calor de tu alma.

Si faltara,
quizás sucumbiría a la sed desesperante,
al miedo por vagar por el camino, errante,
sin saber sobrevivir, sin el elemento para mi mas importante.

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