lunes, 14 de noviembre de 2011

De vuelta a la infancia

Una sonrisa infantil
me dinamiza el espíritu,
renueva mi condición de persona feliz,
si alguna vez lo fui,
ocupada tan solo en buscar
lo que realmente importa.

Y ahora solo me importa
volver a sentir la verdad de la vida,
reconstruirla sin faltas,
abstraerme de la superficialidad sin importancia.

Porque importante es llevarse bien con los niños,
que saben administrar su estadio con relevancia
hasta que aparecen los primeros síntomas de madurez
y con ellos la desconfianza.

A estas alturas debiera ser más que maduro,
si es que maduro es ser sabio,
aunque no es necesario saber para solo demostrarlo
sino para bien emplearlo.

Preferiría unir la sabiduría
a la inercia de la fantasía
que cualquier niño en su día a día
alimenta con sus correrías...
aunque no me sea dado el derecho, por ser mayor,
de sumarme al jolgorio de sus tropelías.

No te preocupes, pequeño Anibal,
aunque nadie lo advierta,
seré tu confidente por un día
alabaré tus conquistas sentidas
cambiaremos los cromos con cualquier chaval,
nos reiremos juntos en cualquier festival
y disfrutaremos mi nueva vida,
aproximada a tus primeras experiencias vivas.

Es lo que tiene ser abuelo...
revivir una infancia lejana
es la mayor satisfacción posible
en compañía de quien te ve con mente lozana.

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