viernes, 25 de noviembre de 2011

Moiras: Divinidades del destino

Parcas, no sois bienvenidas a esta casa tranquila.

Desde los tiempos de los romanos os emplazais en las puertas,
de vez en cuando,
urdiendo el maldito destino
que siempre acaba siendo el mismo.

Ejecutoras de la peor labor de ganchillo,
Cloto se ocupa de hilar en silencio
Láquesis, enrolla en un sinfín el tejido
y Átropo corta a su antojo los hilos.

Las tres os habeis plantado esta vez ante Rosa
desafiando a su semblante en otro tiempo altivo.

Maldita sea la madre que os ha parido.

No teneis derecho a usurpar a nadie el cariño
llevándoos para siempre al cuerpo querido.

Claro que os justificais esta vez porque ya es viejo, pero...
¿cuando lo hicísteis con el de mi hijo?

Tan solo tenía unos meses
y fuísteis capaces de esperar pacientes
a que se consumiera su suerte.

Os odié,
como se odia a quien te sustrae el presente
para ahondarte en el dolor más hiriente.

Por fortuna no nos hemos visto a menudo las caras,
tan solo unas pocas veces,
las más de improviso y sin lindeces.

En esta ocasión vuestra víctima resiste y se crece,
para reirse de la malsana muerte
que va asomando ya, en su cuerpo presente.

Dichosa mujer que acaba siendo de lo más consecuente,
con un final que a mí se me antojará
siempre impenitente...

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