jueves, 27 de enero de 2011

En la escuela

La Educación estaba fuertemente dirigida. Mandaban las instituciones religiosas por que acaparaban los resortes otorgados por la Dictadura de Franco. Era un hombre religioso y la Iglesia se recostaba a su lado.
La enseñanza se impartía en colegios para niños o para niñas, diferenciados y regidos por monjas o curas, según el sexo de los alumnos. No estaba permitida la enseñanza mixta. Luego estaban los colegios públicos que servían fundamentalmente para la primera edad y por último los colegios particulares en casa privadas, aconfesionales y mas de apoyo a las familias. Por último los Institutos de Enseñanza Oficial o Libre donde a través del Bachillerato se podía optar a pre-universitario y con ese curso a las Universidades, reservadas a las clases más pudientes de la sociedad.
La enseñanza era obligatoria al menos hasta los 14 años, momento en que te podías incorporar ya al mercado de trabajo.
Los colegios religiosos eran de pago pero estaban obligados a mantener unas secciones de "gratuitos" proporcional al número de alumnos que tuvieran matriculados.
Ni que decir tiene, sólo por el hecho de estudiar en aquella sección estabas sometido al constante recordatorio de tu procedencia y a la aceptación de unas normas muy rígidas que casi todo el mundo acataba y digo casi, porque recuerdo algunos casos de expulsión (pocos ciertamente) que causaron honda impresión...
Entre los profesores los había laicos, aunque solo en el vestir y en su vida cotidiana porque debían profesar la fe católica, asistir a oficios y promocionar fehacientemente una impoluta vida cristiana.
De los religiosos hay que hablar que vivían en comunidad y tenían que observar una vida casi monacal de reclusión en el Centro con una misión determinada en el.
Mi experiencia personal en el Colegio San Antón, de los padres escolapios, estuvo determinda por la rigidez y por una enseñanza a la inglesa, es decir con el castigo como arma principal para la motivación del progreso, en un ambiente del que también participaban en tu casa. Si llegabas informando de un castigo, eras doblemente reprendido por tus padres que se violentaban si tenían que acudir al colegio para hablar con el profesor.
Las materias se enseñaban bien y los trabajos que te imponían se seguían de cerca pero con tanta exigencia que cualquier desvío, te hacía sentirte mal contigo mismo y llevar a cuestas una responsabilidad que no se correspondía con la edad. Por poner un ejemplo, funcionaban estímulos tales como escalar los puestos en la clase, de manera que en un día malo podrías verte el último de la fila sin redención, salvo que al dia siguiente dieras cumplida muestra de tu sapiencia. Los lunes se revisaban los cuadernos con los trabajos que tenían que pasarse a "limpio". En mas de una ocasión te rompían el cuaderno y debías rehacerlo totalmente con el consiguiente esfuerzo.
El castigo físico fue otro de los elementos clave para atemorizarte: tortazos con la mano abierta, capones en la cabeza, reglas finas de madera que se lanzaban desde la mesa del profesor y permanencia en el colegio mas tiempo del que correspondía, en las "salas de estudio" que te retenían como mínimo una hora más.
Allí conseguí mi Ingreso en el Bachiller y después la Revalida de 4º, examinándonos en el Instituo de Enseñanza Libre Ramiro de Maeztu al final de curso, por libre efectivamente, sin que nos acogiera el Colegio junto a los alumnos de "pago".
Esa fue mi experiencia educativa.
Capitulo aparte fue el deporte: Por nuestros propios medios fundamos un equipo de fútbol, jugando por nuestra cuenta en el Paraninfo y llegando a competir en alguna liga deportiva. También fui elegido para el equipo de Balonmano del colegio (junto a los de pago) gracias a las buenas dotes que tenía, lanzándome en plancha frente a la portería contraria... fue una experiencia bonita.

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