Ocluido y protuberante,
te llevo siempre conmigo.
Gracias a tí, conseguí trascender,
de un ambiente insano a una nutritiva placenta,
aunque te relegara después a la mayor inutilidad posible,
convertido en tapón rugoso.
Hoy muchos te miran absortos,
queriendo transformar esa inane virtud
en centro de vital importancia,
que les haga inasequibles a lo humano
y les convierta en dioses de un universo fatuo.
Sorprende que seamos de mirada tan pobre,
sublimando al ego nuestra podredumbre.
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